Pueblos blancos

Son de puras casas encaladas de blanco, encaramadas sobre robustas montañas, verdes en invierno y grises en verano.

Casas viejas, pequeñas y precarias, pero confortables en invierno, calentadas al son de pequeñas chimeneas, con suelos de barro, refugio estival contra el calor.

Calles estrechas donde huele a flores y a leña, recubiertas de pizarra y musgo, baldeadas por el agua de las lluvias de invierno y primavera, y el rocío fresco.

Pocos monumentos o castillos, solo los que la huella del tiempo no ha destruido, testigos mudos de la sangre valiente y auténtica de sus vecinos.

De plazas rojas y almenadas, torreones coronados y fuentes antiguas y susurrantes, que cantan en lenguas olvidadas ecos del pasado, esperanza en el presente y sueños de futuro.

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