Amanecer

Qué has hecho durante toda tu vida, sino levantarte, una y otra vez, ascender poco a poco y enfrentarte a cada una de las etapas de tu vida, la mayoría de ellas absolutamente solo, poco a poco, sí, cayendo y poniéndote otra vez en pie, ascendiendo en la medida de lo posible en la escala social, logrando alcanzar con la punta de los dedos lo que te deniegan, enfrentándote a tus miedos y enemigos, a la soledad y los falsos amigos, a familiares que no son tal, y a personas que te quieren y han querido.

Qué has hecho sino aprender a parar los golpes que siempre has recibido, a ocupar toda la portería con tus frágiles hombros de niño, a salvar goles con la boca y nariz ensangrentadas, y codos y rodillas magulladas. A comprar lo que nunca tuviste, a luchar por lo que nunca soñaste pero sí anhelabas en silencio durante noches largas bajo la luz de la luna que entraba entre los barrotes de tu pobre ventana. Eras débil, siempre lo fuiste, pero eras en cambio resiliente, capitán, dueño y señor de tu destino, aunque solo veas noche a tu alrededor y huyas de la luz del alba, por no aguantar más el cansancio y por tener un estómago poco amigo del desayuno y del mañana.

Un día el sol se levantará como hace desde el este de la A-92 cada día, como hacía frente a tu armario empotrado calentando la pared de la habitación sin poder penetrar por ningún agujero. Como hace todas las mañanas que pasas durmiendo, naciendo desde Málaga y muriendo en las marismas del Odiel. Y ese día habrás de levantarte por última vez y ver que has dominado tu mayor miedo de todos, que es común a todos los hombres y mujeres del mundo que es, que fue y que será.

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