Todo destino está hecho de tierra. Todos los países, todas las pistas de aterrizaje extendidas para acogernos en islas remotas, atisbos de paraíso que no son tal. Todas las plazas legendarias, calles célebres y largas avenidas elíseas, campos resecos y moles de roca por explorar. Todos los continentes que aún no conocemos y que nos gustaría visitar, animados por la siempre falsa publicidad. Todas las cuevas que hemos visitado de niños y cuyas paredes ansiamos volver a acariciar. Todo el torcal, todos los dólmenes milenarios que aún siguen esperando bajo el sol y la lluvia otros milenios por llegar. Todas las autopistas concurridas en verano, que nos conducen entre provincias hasta el mar. Todas las playas de arena de distinto volumen de grano cuya sal sin esfuerzo no nos podemos quitar. También es la tierra nuestro destino final. Somos del polvo y al polvo volveremos, a generar más polvo donde pueda asentarse una nueva vida hasta terminar.