Salió el sol, los primeros cálidos rayos de esperanza que llegarán junto al esperado mes de mayo. Por fin se ve la luz al final del túnel, pero aún queda mucho camino por recorrer y los últimos metros que quedan hasta la meta son los más peligrosos, puesto que la confianza nos puede cegar y hacernos dar un último traspiés. Las lluvias frías de abril me han dado que pensar durante las largas noches de insomnio; han limpiado el aire y las paredes de cal de la calle; han fregado los adoquines del suelo y luego el agua se ha secado mucho antes de lo que esperaba. Ahí es donde me he dado cuenta de que la noche es más oscura justo antes de que salga el sol, justo antes de concebir por fin el sueño, y también me he percatado de que la lluvia forma charcos que más tarde se secarán más rápido que nunca bajo el calor de la primavera, y aumentarán la belleza del suelo ya limpio. El mundo sigue y seguirá hecho de los cuatro elementos básicos: tierra, agua, aire y fuego. Y seguirá sin nosotros o a pesar de nosotros, más sucio o más limpio, esperando el próximo diluvio.