Nada o muy poco es cierto en el mundo actual. Las telarañas de mentiras cubren, al igual que la omnipresente contaminación, todas las calles de nuestras ciudades, levantadas a base de engaños durante siglos de fallidos intentos de civilización. La publicidad y el marketing son la madre de todas las mentiras y componen el legado del siglo XX, el cual trata de perdurar en el nuevo milenio, pero empieza ya a pudrirse en un mundo acelerado por los cambios económicos y sociales. Todo se basa en engañar a otros para que gasten lo poco que tienen o que apenas les queda en cosas que no les hacen falta. Y más efectivo es mientras más grande es la mentira. La apariencia de llevar lujo y riqueza aparejados no te hace mejor persona, solo es reflejo de la imagen que quieres dar, pero es más fácil atraer a otros a cumplir tus deseos dando esa imagen que dando la auténtica, la de un simple y débil ser humano. Todo se basa ahora en mentir y hacer convincente tu mentira, con el fin de sacar provecho de ello. Esta es la base de casi todas las empresas humanas con ánimo de lucro, la base de vida de familias enteras que tratan de pisotear al resto de familias que les dan trabajo y consumen pagando el fruto de su propio trabajo.