Tienes una sonrisa que enamora,
ojos color de bosque que relucen
y el pelo de oro por los muchos soles
que coronaron la Sierra en verano.
Vistes Sevilla y flamenca sin serlo.
De lunares blancos la falda negra.
Piernas albas sobre zapatos rojos.
Rostro plateado por las estrellas.
A Sevilla vienes e irás desde el sur.
Porque sureños son tus apellidos,
que suenan a familias ancestrales
y más ancestral aún es tu nombre.
Bailas siempre a solas entre la gente
y pegas a mi oído los labios,
pero luego sigues bailando libre
sobre el albero gastado de días.