Majaceite

Era el río de mi infancia, el río de luces y sombras, de cuestas pedregosas en el camino, escalas fatigantes y pozas de ensueño, de meandros bajo sombra y escalinatas talladas sobre roca desnuda.

El río que se tragó mi luz y me devolvió resplandor y vida. Que transcurre bajo arbustos, rocas, juncos y adelfas; entre chopos, sauces y olmos. Todo en torno al río es frescor y sombra, todo allí se torna en sombra y renovado frescor.

Cada recodo del río, cada obstáculo es una viva demostración de cómo se han de sortear los muchos golpes que nos da la vida a diario, río arriba todo es más duro, pero al final la corriente nos traerá de vuelta al merecido descanso.

El río que ya me salvó una vez puede volver a hacerlo. Tan solo hay que ir.