Poder es poder

Somos animales iluminados, inspirados, dotados de un gran poder y ansias de poseer más. La única especie del planeta obsesionada con controlar lo incontrolable, no solo lo relacionado con nuestra especie, sino también con alcanzar el control sobre el resto de seres, vivientes e inertes y, no contentos con eso, también sobre el medio que nos rodea.

No nos conformamos, siempre querremos más. No es algo natural. La naturaleza no trata de abarcarlo todo, pero sí entiende en cambio de hábitat, de proteger territorio y familia. Hemos llevado este instinto básico hasta el límite de lo necesario y vital hasta convertirnos en un peligro, en un depredador contra nosotros mismos. Tal es la verdadera humanidad. Una herida abierta que no logra sanarse sino echándose tierra encima.

Todo lo salva el poder. Todo acto es perdonable a cambio de poder. Y sin embargo no sabemos qué hacer con él. Vagamos sin rumbo y nos acercamos temerariamente a peligros que pueden arrebatarnos de súbito todo cuanto con tanto esfuerzo hemos conseguido. Aún no tenemos el control sobre la fuerza más difícil de controlar: la que supone controlarnos a nosotros mismos.