La belleza verdadera

Verdadero, bueno y bello: Verum, bonum et pulchrum.

Tales fueron las máximas con que me machacaron hasta el tedio, durante una alargada y aletargada adolescencia. Las directrices del motor inmóvil aplicadas al amor a la verdad. Aún recuerdo con temor aquellos inmensos tomos pesados que invitaban a la hiperreflexión, imposibles de leer, aquellas estanterías repletas de ensayos imposibles de abarcar no solo en una, sino en mil vidas dedicadas al estudio de cosas inútiles pero inspiradoras. Y sin embargo tenían razón. La verdad es sinónimo de belleza, la belleza nos cautiva y nos hace ver como bueno aquello que quizá no lo sea, aunque lo parezca. Y este es el motor que nos impulsa a actuar aun a nuestro pesar.

Gracias Filosofía, gracias Sabiduría. Os debo una.