No ver más allá de tus narices es tan peligroso como ver demasiado lejos y tropezar con lo que tenemos delante. No hay ningún modo óptimo de caminar por la vida, siempre cometeremos errores por no saber en cada momento lo que nos conviene hacer o no poder pensar suficientemente en ello.
Durante muchos años ansié ponerme gafas sin que me hicieran falta, pues nací con una vista aguda y el mejor color en el iris para mirar y ser visto. Al final me las pusieron y no tuve tampoco el resultado que esperaba. Nunca estoy satisfecho al lograr lo que persigo. Es normal.