Julio

Era al fin verano, una vez más. Anduve durante escaso tiempo a través de calles inundadas de sol. Subían calores desde el empedrado, flotaban en el aire perdido, cegaban los ojos y embriagaban nariz y garganta.

Pensé en lo difícil que es acometer algo cuando se tiene la cabeza puesta en otra parte. Y es efectivamente cierto, mas somos asombrosamente capaces de desafiar las leyes de la razón y de la lógica de cuando en cuando, y hacer así parecer lo imposible, a ratos, algo extremadamente sencillo.

Tal es el secreto del triunfo.