Me daba miedo el diablo, me estremecía pensando en sus frías, gélidas manos, afiladas uñas y relucientes colmillos.
Sabedor de ello, tomó otras figuras, a veces más hermosas que la mayoría de las que se deslizan sobre la tierra, pero siempre hay podredumbre bajo sus delicados pasos. Siembra siempre corrupción entre las personas que se quieren.
Abracé al diablo para matarlo. Casi morí en el intento, pero aquí sigo.