El valor de perder

Siempre he pensado que la derrota es más valiosa que la victoria; el amargo regusto de saber que somos polvo y al polvo retornaremos tiene mucho más que enseñarnos que los aplausos temporales de los necios. Las personas que alcanzan los mayores logros pueden contar una vida de previos fracasos, mayores y más numerosos que los del ser humano medio, pero de los cuales han aprendido a trazar un camino más seguro y firme que les ha conducido al éxito definitivo, por muy duro que fuese. Creo que quien no pierde es porque no lucha, porque alguien les ayuda constantemente a no tropezar, lo cual es inevitable cuando empezamos a andar solos. Por tanto, abrazar la derrota es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo.