Los cuarteles que daban las espaldas al alba

Nací de buena mañana rodeado de ruinas, a mediados del mes de los muertos, cuando aún hacía frío en noviembre, bajo la pálida luz del sol de otoño naciendo tras las vías del tren. Siempre he sentido un estremecimiento a esa hora del día, recuerdo quizá de un tenso momento sufrido del que aún no me he recuperado del todo.

Esbozo parte de esos recuerdos cuando atravieso el camino del tren, las pocas veces que consigo levantarme temprano, observando desfilar las fachadas de ladrillos de los cuarteles abandonados, tapando los primeros rayos del sol naciente. Recuerdos de una vida de la cual es imposible acordarse, puesto que apenas sí la he vivido, pero sin embargo está ahí.

Aún me dice algo el sol que sube desde el este y le encuentro significado, igual que a todo el recorrido del tren, surcando la tierra entrecortadamente, entre el amanecer y el ocaso.