Hogar

Un hogar es algo sólido. No hay discusión posible a ello. Hogar es aquella palabra que simboliza en nuestro torpe lenguaje aquel lugar donde nos sentimos a refugio de todo lo malo, una sensación tan infantil como poderosa. Se trata de algo distinto a una casa, aunque muchas veces podamos relacionarlo por nuestra necesidad de poner un ejemplo físico a lo que no logramos describir. Una casa siempre será una casa, aunque no siempre en ella vivan los mismos inquilinos; incluso estando vacía. Destruir una casa es algo complejo y no siempre vale la pena llevarlo a cabo.

Dividir a una familia no lo es tanto, de hecho resulta muy fácil hoy en día debido a los múltiples intereses que rondan por el mundo y que atacan a las personas en todos los ámbitos posibles. Desde antaño se ha idealizado a la familia como fuente de vida, de ejemplo y educación, pero dentro de ella y desde las organizaciones que dicen representarla ha habido muy poca autocrítica interna, como si todo lo que se enseña en casa fuera bueno y positivo para la sociedad. Las familias también son portadoras de problemas, rémoras y malos hábitos, puesto que están compuestas por personas de todo tipo que se defienden de todo lo externo aunque a veces estén podridas por dentro.

Y sin embargo, siempre volvemos al hogar, arrepentidos de haberlo dejado atrás y escarmentados de la maldad del mundo buscando un fuego junto a cual calentarnos las manos y pies helados.

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