El Bosque

Me vine a vivir a El Bosque al poco de haber comenzado el invierno. Hacía frío y olía a leña. Llegué una noche lluviosa y la vieja casa de una sola planta, sita junto al Camino de los Pescadores, me acogió con frías y desnudas paredes. No había una triste estufa visible, así que traté de encender la chimenea, pero tras varios intentos frustrados me rendí. Nunca he sido bueno realizando actos manuales. Los árboles exteriores se inclinaban bajo las duras ráfagas de viento. Fuera solo se adivinaban las luces de las pocas farolas encendidas entre la niebla y las gotas de lluvia que caían sobre las luces de color blanco incandescente.

Pasé la noche durmiendo sobre la funda de plástico que cubría un desvencijado sofá, tiritando bajo viejas mantas malolientes hasta bien entrado el día siguiente. Comí una trucha vendida de malos modos en la piscifactoría. Nadie parecía feliz de verme allí. Sin embargo, estaba condenado a quedarme muy a su pesar. Siempre amé aquel sitio, pero ahora solo me traducía soledad, la soledad en la que me hallaba. Aquel río me hablaba, me susurraba palabras al deslizarse el agua entre las rocas pulidas del lecho. Tuve la oportunidad de desviarme por aquellos senderos desconocidos por los cuales nunca me había adentrado, y me resultaron menos vistosos que el camino principal que transcurre junto al río, pero sin embargo me abrieron nuevas perspectivas, tal y como sucede con la vida misma.

El primer día amaneció pronto, pero el sol tardaba en subir desde el otro lado del monte Albarracín. No tenía fuerzas para acercarme al hotel aunque distaba de la casa apenas medio kilómetro. No me atrevía a dar la cara y decir lo que había pasado en realidad. Atrás quedaban aquellos días felices en que íbamos a comer un fin de semana de cada mes las croquetas siempre caseras y el solomillo de calidad siempre muy hecho, guarnecido de patatas fritas con restos de pimentón, todo aquello regado con dulce y fresco vino, blanco o rosado. Ahora no tenía motivos para celebrar nada, estaba solo y buscaba a una persona desaparecida entre las sombras de un pasado que dejaba poco a poco de existir.

(…)